domingo, 20 de abril de 2014

DOMINGO DE RESURRECCIÓN: NAZARETH-TEL AVIV-JERUSALÉN

Por suerte, esta familia nos había hablado de una compañía de taxis gestionada por musulmanes que sí que trabajan esas fechas y nos podían acercar hasta Jerusalén. Tras salir del hostal por la mañana, fuimos al punto de recogida y encontramos una furgoneta que nos pudo acercar, pero solamente hasta Tel-Aviv, donde después deberíamos coger otro taxi hasta Jerusalén.
Respecto al tema del funcionamiento de los taxis también es bastante curioso, pues no se parece en nada al método occidental: Primero debíamos comunicar al taxista cuál era nuestro destino para así indicarnos el precio del recorrido. Si coincidíamos con sus intenciones montábamos. Una vez subidos, este no salía de la ciudad hasta que la furgoneta llenase todos sus asientos (2 plazas delante, 3 en la parte trasera y otras 3 en la parte del maletero). De modo que tuvimos que aguantar durante una hora a éste dando vueltas por todo Nazareth y pitando a todo aquel que pudiese coincidir con nuestro destino.
En Israel y Palestina el precio de la gasolina es muy barato, por lo que no nos costó más que 45 shequels el trayecto de 1 hora hasta Tel Aviv y 35 por media hora desde allí a Jerusalén (16 euros en total por cabeza).
En el segundo taxi hacia Jerusalén coincidimos con 7 etíopes pero, dado que nosotros éramos 2 y la furgoneta sólo tenía 8 plazas, tuvimos que turnarnos para sentarnos sobre una caja de botellines en el pasillo del transporte.
Al llegar a Jerusalén, y a los pies de la Puerta de Damasco, no pude evitar rememorar todos la acontecimientos que ahí han tenido lugar durante miles de años, ya que prácticamente el origen de la historia de medio mundo revoca en la ciudad donde me encontraba. -Desde mi rama más freak, he de reconocer que también me vinieron a la mente varias de las escenas del videojuego `Assassin´s Creed´ en las que el personaje saltaba de edificio en edificio por las calles de Jerusalén y luchaba contra los templarios-. En esto que, entre tanto asombro, olvidé mi chaqueta en el asiento del taxi. 

Para colmo, Óscar recibe un e-mail de Booking donde se nos comunicaba que había (valga la redundancia) overbooking en el hostal donde teníamos supuesto dormir, por lo que no podíamos pasar la noche ahí. Y, al ser responsabilidad suya, nos querían mover a un hotel de Belén. Afortunadamente, y tras una gran insistencia y resignación, conseguimos una habitación en un hotel de 4 estrellas situado sobre el monte Getsemaní (en la parte palestina de Jerusalén) desde cuyas ventanas teníamos unas vistas insuperables de toda la ciudad: con el Domo de La Roca, el Muro de Las Lamentaciones o la Iglesia del Santo Sepulcro como fondo. 
Lo mejor de todo es que la diferencia del precio con el hostal la pagó Booking, por lo que nos encontrábamos en uno de los mejores hoteles de Jerusalen a precio de hostal.


Para llegar al hotel, tuvimos que cruzar tras la Puerta de Damasco el barrio musulmán, que se encontraba en pleno corazón histórico de Jerusalén. Este estaba plagado de puestos de fruta, telas y accesorios de todo tipo que eran ofrecidos al más puro estilo árabe, con el regateo como principal arma de negociación. Parecido al mercado de las telas de Nazareth pero de dimensiones mucho mayores, se hacía verdaderamente difícil no perderse entre sus inacabables calles. 
Al dirigirnos al hotel a eso de las 19.00 nos topamos con la llamada a la oración que los musulmanes hacen al ponerse el sol. En ese momento nos encontrábamos en el valle que separa terrenalmente el Jerusalén más cisjordano del israelí. Se convirtió en el lugar perfecto para contemplar la parte menos turística de la ciudad con el canto de los imanes de fondo incrementado por los altavoces de cada una de las mezquitas del valle: fue una experiencia realmente única e inigualable.

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